viernes, 13 de marzo de 2015

La teoría atómica, El destino y El destino.

El último filosofo de la naturaleza, Demócrito, Pensaba que todo está construido por piezas pequeñas invisibles eternas e inalterables, las llamó “átomos” (indivisible). 
Los átomos tenían que ser fijos, macizos y no eran idénticos entre si. Existen redondos, lisos, irregulares, torcidos, etc. Cuando un cuerpo muere se desintegra, los átomos se dispersan y pueden utilizarse en otro cuerpo.
Las piezas de “lego” tienen más o menos las mismas cualidades que los átomos.
Hoy podemos afirmar que la teoría atómica de Demócrito era correcta, aunque la ciencia ha descubierto que se dividen en “partículas elementales” (protones, neutrones, electrones).
Demócrito pensaba que lo único que existe son los átomos y el espacio vacío, creía sólo en lo material, era materialista.
La teoría atómica explica las sensaciones: cuando captamos con los sentidos es por los movimientos de los átomos en el espacio (vemos la luna porque sus átomos alcanzan el ojo).
¿Qué pasa con la conciencia, está formada por átomos? Según Demócrito el alma está formada por átomos redondos y lisos, al morir estos átomos se dispersan y pueden entrar en otra alma en proceso de creación.
Sofía pensó que Demócrito había razonado sencilla pero astutamente, pues había encontrado solución al problema de la “materia primaria” y el “cambio”, problema tan complicado que los filósofos lo habían meditado varias generaciones.
La había engañado, ese día Sofía vigiló el buzón, pero el filósofo dejó la carta en la escalera. La recogió y leyó.
¿Crees en el destino?
¿Son las enfermedades un castigo divino?
¿Cuáles son las fuerzas que dirigen la marcha de la Historia?
Sofía no estaba muy segura de creer en el destino, pero si conocía personas que creían, como unas amigas que leían el horóscopo. 
Sofía le escribió una carta al filosofo.
-Respetado filósofo: se aprecia tu curso de filosofía, pero molesta no saber quien es usted. Le ruego se presente con nombre completo, le invitaré un café. Gracias. Saludos de su alumna. Sofía Amundsen, 14 años. Se ruega contestación.
Por la noche Sofía se quedó mirando por el camino, vio una sombra, era un hombre, llevaba boina. Dejó la carta en el buzón y cogió la que ella le había dejado. Se fue corriendo. Sofía bajó la escalera, abrió la puerta, recogió la carta del buzón y volvió a su habitación. Leyó.
Sofía jamás debes espiarme. Nos conoceremos, pero yo decidiré el lugar y la hora.
Los griegos tuvieron una gran “fe en el destino” (es la fe que está determinado, de antemano, todo lo que va a suceder).
Los seres humanos pueden conocer el destino a través del oráculo, es decir, el destino puede ser interpretado de varios modos.
El adivino interpreta algo que no está nada claro.
Hay personas que creen que las estrellas pueden decirnos algo sobre nuestra vida en la tierra.

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